Llevaba esperando mucho tiempo, se podia ver por la cara de aburrimiento que tenia en esos momentos.
Su cabello castaño se movia al compas del viento, revolviendose y dejando al demonio despeinado, aunque no parecia percatarse de ese detalle.
Sus ojos dorados recorrieron una vez más el lungar en donde se encontraba esperando.
Era una aldea peuqueña, constaba apenas de 10 casas, o esas eran las que podia contar el demonio desde su posicion detras de un árbol.
Sí, estaba escondido. No es bueno arriesgarse en un lugar al que vas por primera vez y tal vez por última.
-Última- murmuro el demonio con voz profunda y seria.
Conocia muchas aldeas, muchos lugares, pero su trabajo siempre hacía que conociera más, aunque fuera sólo por una vez.